Cuando contemplamos el cosmos y miramos hacia adentro, parece una sopa de frecuencias que se acoplan formando redes, las cuales se entrelazan unas con otras, creando hilos de comunicación a todos los niveles. Ya hemos desarrollado cómo sucede la mecánica de la manifestación, comenzando por el movimiento que es causado por esta consciencia cósmica. Al experimentarse a sí misma, esta consciencia se fragmenta holográficamente en un movimiento de frecuencias, creando nodos por patrones de interferencia. En cada nodo, hay un toroide donde las partículas subatómicas comienzan a actuar y ser modeladas por códigos matemáticos específicos. Estos códigos resultan en figuras cristalinas correspondientes a los sólidos platónicos, finalmente materializándose según sus frecuencias: ya sea una planta, un mineral, un ser humano o un animal, entre otros. Incluso un pensamiento elaborado y continuo forma estos patrones de interferencia que, con suficiente atención y repetición en el tiempo, lograrán manifestarse y materializarse.
Todo lo que existe y tiene consciencia también está envuelto en un toroide energético que se encuentra en parte en contacto con el éter y en parte con el reino material, fluyendo continuamente.
Ahora quisiera exponer una idea de cómo creo que los lenguajes pueden haberse originado, sin perder de vista el modelo holográfico fractal del universo. Puesto que la idea se encuentra dentro de un contexto coherente y no es simplemente imaginaria.