Durante mucho tiempo trabajé en las sonificaciones sin saber que existía el arte generativo, es decir que desconocía esta corriente artística. Fue una gran experiencia que me trajo alegría y la seguridad de que todo encajaba en su lugar a medida que iba leyendo más sobre su origen, referentes y obras de los primeros artistas de arte generativo.
Otras actividades paralelas que realicé fue crear mi sitio web, primero lo llamé “Sinfonía infinita” De Rerum Natura, en ese momento había empezado con los árboles y cuando me di cuenta a finales del 2022, ya estaba sonificando las fulguraciones solares. Había encontrado nuevas app para lograr sonidos más agradables al oído humano, como two tones.
Nunca descarté la idea de hacer cajas de música, también conseguí los planos y videos explicativos de cómo hacerlas usando un xilofón real. Sigue siendo muy interesante esa propuesta ya que el sonido sería original de un instrumento y no una interpretación digital.
Seguí escribiendo mi blog, aunque sabía que con todo lo aprendido sería una buena oportunidad darle una vuelta de tuerca al contenido y al proyecto. Lamentablemente perdí la mayoría de los textos que había escrito siguiendo esta idea de que la naturaleza en su perfección nos permitía interpretar la vida desde infinitos fractales, pero tenía muy claro que la interconexión entre diversas disciplinas como la tecnología, la ciencia, el arte, la biología, etc, me brindaban nuevas posibilidades a explorar.
Una de las últimas sonificaciones que hice avanzando sobre la datación de las fulguraciones solares, tiene un trasfondo muy especial ya que así como pensé en que los árboles deberían poder hacer música, pensé en usar los datos de la intensidad solar registrados en un aparato llamado Heliógrafo. Claro que esa era la idea, en un primer momento hasta que recordé que debía conseguir los datos del Observatorio Geofísico de Pilar, Córdoba, un lugar familiar donde solía ir de visita ya que mi padre trabajó por mucho tiempo allí, y esos recuerdos rondaban en mi mente. Entre estas búsquedas me encontré con la página de NASA dedicada al Sol, y no sólo tenía videos tomados por los satélites de Soho, sino también los datos por día y mes con acceso a bajarlos en un formato Excel.
Otras formas de datar que tomé prestadas de la naturaleza fueron las marcas como puntos pequeños, orificios hechos por insectos en la corteza y siempre usando el pentagrama como soporte de estos datos. Cada árbol según su especie y su historia particular me inspiraron para hacer videos para poder subirlos a mi cuenta en YouTube y compartir con amigos y personas interesadas.
En ese momento también comencé a enfrentar la problemática de cómo podría materializar la obra, es decir darle una dirección y tomar decisiones abarcativas que pudieran expresar el trabajo que venía haciendo hasta el momento. Esto me resultó muy difícil, aunque no desistí en explorar dentro del arte contemporáneo las alternativas expresivas conocidas y realizadas por otros artistas generativos.
Tuve que pensar nuevamente en mis objetivos y metas, ya que había avanzado y expandido los resultados en cuanto a recursos: aplicaciones, ediciones digitales, incluso sentía que debía replantearme si realizaría una producción material como una escultura, pintura, imagen digital o si sería más algo desde la instalación.
Descubrí la infinidad de formas que ofrece la naturaleza, y como a través de recuperar su información se puede tener una mirada completamente distinta sobre cada elemento que la compone, y sobre el cual te enfocas o deseas estudiar.
Al investigar las teorías del Universo Unificado o Fractal holográfico, se me hizo aún más fuerte esta idea de que los sistemas orgánicos, biológicos se afectan unos a otros, y donde hay movimientos hay datos y estos se pueden extraer para generar una obra que capture ese instante.
Algunos resultados de mis experimentos:
Esta interpretación sonora pertenece a un fragmento de corteza de árbol de eucaliptus. La circunstancia en la que me encuentro ante este bello ejemplar fue totalmente azarosa, aunque no creo en el azar, por alguna razón armonicé ese día con ese templo al aire libre. Dedicado al Gauchito Gil y Adornado por largas cintas rojas, y flores.
La belleza del tronco y su estructura, sus colores incluso sus habitantes: loros verdes y sus enormes nidos protegidos por este maravilloso ser.
Aún no he contado el proceso creativo que acompaña estos sonidos, aunque compartiré imágenes que tomé de aquel día en que mi colectivo se rompió justo enfrente de estos árboles y este pequeño y gran templo al Gauchito Gil.
Sin ofender a nadie ni a su devoción, sentí esa conexión antigua que los celtas tenían con sus árboles, al ver como la fe termina decorando árboles, como si ellos fueran portales hacia esos mundos espirituales desde hace miles de años.
Guindura, es una de las últimas sonificaciones de 2022, originaria de una raíz de un árbol de guindo que llegó a mi gracias a Ana.
El proceso fue como siempre a través del registro de fotografías, y luego llevado al pentagrama para ser interpretado por una app.